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BRASSED OFF

La magia me ha abandonado.

 

Valen dos aclaraciones.

Cuando hablo de magia y la relaciono con el fútbol, no estoy hablando de virtudes “futboleras”.

Nunca fui un jugador excepcional.

Siempre del montón.

Cuento en mi haber, eso si, el haber sido elegido primero en alguna “pisadita” en algún picado de mi barrio.

Nada más ni nada menos que eso.

En realidad me refiero a la “magia” de sentir infinitas ganas de jugar un fulbacho.

De cagarme de risa cuando juego un fulbacho.

De compartir un fulbacho con amigos.

De esa magia.

 

Por otro lado, digo “me abandono”, porque sigo el viejo axioma planteado por el “Momo”, otro cumpa, de otro taller grafico, jugador de gran finura, y artista plástico de primera línea.

El tipo decía, “nunca somos tan importantes como para decir: “dejamos la pintura, dejamos el arte”, son ellas las que siempre nos dejan”.

Y yo no soy tan importante como para arrogarme el decir “he abandonado a la “magia del fulbito”.

 

Creo que la cosa se venia anunciando a gritos y yo me estaba haciendo el boludo, la estaba desoyendo, pero al final, la realidad se impone con una fiereza que no deja títere con cabeza. (Creo que lo único inteligente que dijo el “eunuco” de Perón (bah,  que chorreo y lo puso en su boca) fue aquello de que “la única verdad es la realidad” (aunque me suena muy griego para que sea de este pedazo de hijo de puta).

 

Decía… ya no me venia cagando de risa. Ganáramos o perdiéramos.

Ya no espero desesperadamente que lleguen las dos de la tarde del sábado.

Entro a la cancha mas pensando en no peder el partido que en el viejo y querido “jugar lindo”.

 

Es mas, no se que carajo hago jugando de 3.

Es mas mas, intente en los últimos amistosos jugar en otro lado de la cancha y me sentia mas perdido que Cobos en Olivos.

Y jugando de 3 me han pasado como a un poste de luz, he marrado un par de penales, he cometido un par de goles en contra, he salido a destiempo, he quedado pagando como Antonioni Wilson, todo eso y mucho mas, pero jamás, digo jamás de los jamases había dado un pase equivocado.

El sábado contra Tsunami tire tres pases, y los tres se quedaron en pies de rivales.

Si esto no es el final, el final donde carajo esta.

 

Señales.

Estas ultimas semanas anduve pasando por las escuelas esa formidable película que acá se conoció como “Tocando el viento”, pero que en realidad, sus titulo revelador es “Brassed off”, una manera de decir de los ingleses cuando se esta “abatido”.

Es la película de los mineros y su banda de música.

De tipos que perdieron todo y que encuentran el ultimo refugio en la música.

Así me veo yo armando el Cate o yendo al fulbito, dándole a la manivela mientras todo se cae a pedazos.

 

Lo veía a Matías.

El tipo perdió a su equipo, pero volvió al ruedo con ganas de jugar, y sumo muchisimo para que este Tsunami sea lo que es.

Daba ganas alegría de verlo jugar con tantas ganas.

Daba ganas de tener ganas.

 

Es algo viejo.

Ya lo habíamos charlado en un asado de fin de año con mis hermanos del Clande.

Pero quedo ahí.

Lejos como los homenajes.

Como las disputas dentro de un partido por cual hizo el mejor gol.

Lejos, lejísimos.

 

Creo que el último partido que disfrute fue uno que jugamos en Lugano 1 y 2, donde el Clande dio cátedra.

Ahí hice dos goles, no jugué de 3, y a pesar de que venia de un desastre personal, sentí que el fulbito podía darme alguna alegría.

 

Quizás algún pelotudo se alegre al leer esto.

Pero si me queda algún resto minúsculo de magia en algún lado, es el que me sigue haciendo cagarme 1000 veces en los imbéciles mentales.

Eso también me canso.

El sabado teníamos un penal a favor, la mala suerte hizo que lo errásemos, pero en ese momento sentí alivio, porque seguro iba a aparecer un pelotudo que dijese “le dan un penal porque son lo que arman el torneo”.

Y eso me canso.

Mi idea, al armar aquel primer torneo con el General, era jugar con amigos… y la realidad me marco que amigos me quedan muy pocos (“mejor, así son menos los que pueden traicionarte”, Uruguayo del Busca dixit).

 

No me divierto más.

Entro a la cancha mas pensando en no perder que en jugar lindo.

En ver y oír infinitas boludeces.

He perdido el placer de jugar un fulbito.

 

Nunca he sido un jugador “típico”.

No me llena de alegría hacer un gol con la mano, ni verdeguear al rival para que no pueda jugar, ni ganar sin jugar bien al fútbol.

Me gustan los trofeos (guando hasta las medallas que nos dan en la pileta), me gustan los trapos, (lo del luto al final tenia algo que ver, no el luto “Clandestino”, sino lo del luto de quien esto escribe), pero no creo que todo valga para llevarme una copa mas grande a mi casa.

 

Cuando ya nos íbamos del Ñuberi, armábamos la fecha que se viene, que para nosotros se juega en dos sábados, y yo propuse, (por esto de que estaba en el aire) que jugásemos con la camiseta histórica, la primera que tuvo el clande, esa que armamos haya por el 2002, y que lucimos en el torneo del “open”, la “negri – roja, con vivos dorados”.

Era como una vuelta al pasado.

Por lo menos por un rato.

 

Les dejo un abrazo.

Jueguen lindo.

 

“meando al viento”, los saluda Luís González, un Clandestino.

 

2 comentarios

que me importa -

además donde dice "que hago jugando de tres" debería decir QUE CARAJO HAGO COMO QUE JUEGO porque la verdad si ha eso que haces llamas jugar mas que magia necesitas oculista

que me importa -

loco la verdad que me importa 3 carajos si se te fue la magia.
es lo mismo que yo cuente que se me rompieron los botines.
por mi andate o no te vayas, hace lo que quieras, aunque viendote jugar deben sentir un alivio tus compañeros de equipo, y se pensas alguna vez en el regreso a la vuelta traeme fasos.