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UN DIA EN EL PARAISO

El futbol es mi pasion, todos los domingos a las 7 de la matina sonaba el despertador, me tomaba unos mates y salia con la mochila en mano, a tomar el 620 que me dejaba en la rotonda de San Justo, para después patear hasta la villa palito donde jugaba los campeonatos para la Juve.

Entraba por los pasillos que se formaban entre las casillas de chapa, cortaba en diagonal por el campito y terminaba en la casita 143, golpeando el portoncito de alambre, no muy fuerte porque la primera vez le di duro y se me cayo a la mierda.

Ahí vivia Toni, salia con cara de dormido y enfilabamos a la principal la Lugones le decian porque era ancha y de tierra, obviamente, pasabamos por el almacen, la carniceria y por lo de doña Ramona que levantaba quiniela sentada en una sillita de mimbre.

A 20 metros estaba la casa de Kalulo que nos esperaba en la puerta, porque si golpeabamos despertabamos a la señora y los cinco pibes.

Ya los tres juntos recorriamos la Lugones hasta el fondo donde aparecia la cancha de los pinos, desde ahí se ve la cancha de Liniers,  donde jugaban algunos vagos de palito.

El primer partido lo jugabamos a las 9, teniamos un buen equipo y siempre pasabamos esa primera ronda, recien el segundo lo jugabamos cerca del mediodia y ese par de horas lo amainabamos en la casa del Toni con pan casero y mate.

Ni mis viejos, ni los amigos de Dorrego, donde yo vivia, entendian como mierda iba a jugar a la villa, me decian que era peligroso, que estaba loco.

La verdad yo no entre solo, me llevo Ramon un amigo del barrio que se crio en Palito y no podia dejar la costumbre de ir a patear los fines de semana y en una vacante que se produjo en el equipo me llevo y le agarre el gusto.

Lamentablemente con Ramoncito fuimos juntos hasta que perdio una gamba en la papelera donde trabajaba, fue una desgracia grande, se le pianto el palo con que le daba a los cartones y se le cayo en la trituradora, los sensores no lo detectaron y el negro se metio en la maquina para sacarlo.

Me acuerdo que ya en el hospital me dijo “Senti que se activaron los compresores que cerraban las compuertas y trate de salir agarrandome de la baranda, pero no me dio tiempo de sacar la zurda”.

La peleo con muletas y cuando pudo se compro la bionica, asi le decia a la prótesis que lleva por el resto de su vida.

Des pues de todo esto empece a ir solo y cumpli a rajatabla la ley de la villa, que me habian enseñado el Toni y Kalulo ya a esa altura casi mis padrinos “Narigon aca no te va a pasar nada, mientras no te metas con alguna pendeja del barrio, ahí sos boleta”.

Era difícil, las guachas eran busconas, pero como me decia mi viejo donde se come no se caga, yo no jodia.

Dos años jugue ahí, conoci gente de todo tipo, laburantes, chorros, vagos, pero nunca un problema hasta esa final contra el inter.

Juventus – Inter, el clasico de la villa, ese dia hacia un calor de cagarse el ambiente estaba pesado, corrio la cerveza y la damajuana como nunca, el partido transcurria como si nada, pero en una jugada de las mas boludas traban feo Kalulo y el Pancho que se llevo la peor parte, el hermano sale de arrebato y lo emboca al Kalu, a mi hasta ese momento me llamo la atención que nadie se metiera, mas cuando otro que era el primo se metio y entre los tres lo estaban estropeando, y como un boludo no tuve la mejor idea de ponerlo al petiso.

Medio que el kilombo se habia frenado y los hermanos, mas Kalulo, ya afuera se insultaban pero a la distancia y separados.

Estabamos por seguir jugando cuando sale un mono con un 38, vociferando que si encontraba al que le habia pegado a carlitos lo llenaba de agujeros.

Carlitos es el petiso, me dijo Toni, y fue lo ultimo que recuerdo de esa villa, corri hasta camino de cintura, olvidandome de mis cosas, el Toni, kalulo, Ramoncito, el futbol y la puta madre que me pario.

 

 

El coco Osvaldo

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