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LOS 3 CERDITOS, "HUGO"

LOS 3 CERDITOS, "HUGO"

Nueva y atrevida versión de este “clásico” de los cuentos infantiles.

Mas allá de la historia de “Los Tres Cerditos”, se transmuta las vicisitudes de la masa proletaria cuando esta no cuenta con una conducción partidaria firme y dogmática, y por otro lado, como el cruel capitalismo acecha constantemente a los sufridos obreros.

 

Leamos…

 

Había una vez, una familia proletaria integrada por un cerdo y sus tres vástagos.

 

La madre, hace tiempo que había dado su vida a la causa revolucionaria participando en una “brigada del marlo de choclo” en algún país centroamericano, había llamado a sus hijos con los nombres de Hugo, Fidel y León.

 

El padre, miembro conspicuo del partido, se había esforzado en dar a los niños una educación acorde a los principios básicos del “materialismo histórico”.

 

Daba gusto ver a los cerditos enfrascados en la lectura de “El Capital”, o discutiendo acaloradamente el “¿Qué Hacer?” del maestro Lenin.

 

La vida de los cuatro había discurrido sin otros sobresaltos que los momentos en la ración de comida se veía reducida por alguna mala cosecha.

 

Pero todo lo bueno, (y más para la sufrida clase obrera), dura poco, el padre, cayo enfermo de suma gravedad.

 

El cerdo, había ahorrado algún dinero juntando estampillas del “gran sabio y único líder de la revolución”, y ahora se disponía a repartirla entre sus tres hijos a fin de que ellos pudieran empezar a independizarse.

 

Los llamo a su lecho mortuorio y les dijo: “hijos míos, tengan estas pobres monedas y constrúyanse una casita en la cual armar una familia proletaria a fin de garantizar el triunfo del socialismo y la muerte del imperialismo burgués”. Luego, repartió las monedas en comunistas partes iguales, los abrazo muy fuerte, susurro apenas, “hasta la victoria siempre”, y se murió. (Mas luego fue convertido en jamón y chorizos, pero eso no importa en este cuento).

 

Los tres cerditos quedaron sorprendidos ante el emotivo hecho.

Después, reunidos en un pequeño “soviet”, decidieron separarse e intentar por si solos una nueva vida.

Y así lo hicieron.

 

Pero…

 

Todos saben que la educación proletaria debe contar con una importante cuota de sacrificio personal, con un desprendimiento de lo material que no es para todos.

No es para cualquiera ser miembro de la vanguardia revolucionaria, miembro del partido, y muchísimo menos, parte del “Secretariado General”.

 

Y además… 

 

Los sucios pequeños burgueses, las huestes del capitalismo, los miserables desclasados, la propaganda imperialista, siempre están acechando para desviar a las masas proletarias de su verdadero camino a la liberación.

 

Es por esto que la suerte corrida por los tres hermanos fue de lo más diversa.

 

Abramos la tableta de chocolate de 15 gramos que no has regalado el “gran sabio y único líder de la revolución” y comámosla entre todos mientras continuamos con la lectura.

 

Hugo, que había vivido las tempranas etapas del proceso revolucionario, y que renegaba un poco de la supuesta “burocracia” que ahora se encaramaba en la cúspide del partido, había sido cooptado completamente por las ideas pequeño burguesas y despreciaba completamente a sus compañeros de clase.

 

Toda su vida había sido parte del “lumpen proletariado”, y ahora lo podía sumir libremente.

 

Con el dinero entregado por su sacrificado padre se compro una video y una licuadora.

Se fue a un bar de putas y se hizo tirar la goma mientras degustaba un finísimo whisky importado (elaborado, por supuesto, por hermanos obreros de escocia que son explotados vilmente por el capitalismo anglo sajón). Después, se jugo los últimos morlacos en las patas de una potranca que perdió por mas de tres cuerpos en la ultima carrera de la noche.

 

Hecho estragos por los procaces vicios que nos imponen las asquerosas multinacionales intento volver a su casa… pero ¡no tenia casa!

 

Desahuciado, agarro los libros revolucionarios de la biblioteca de su padre, agarro todos los periódicos proletarios, agarro los millones de volantes que su mancillado padre había juntado en cuanta marcha había asistido, agarro las minutas del partido donde se discutían sesudas cuestiones, y con todo eso se armo una ¡CASITA DE PAPEL!

 

Con la última moneda que le quedaba pidió una pizza al delivery, llamo una puta por teléfono y se recluyo en su nuevo hogar.

 

Mientras tanto…

 

En algún lugar del oscuro bosque, las viles garras del imperialismo apartida se preparaban a dar el zarpazo.

 

El “Gran Capital”, (así como la mercancía se disfraza de sucio dinero), se metamorfoseaba en un cruel y sanguinario lobo, y se disponía a comerse al descarriado cerdillo.

 

Sigilosamente, (y apoyado por los prensa vendida al extranjero, la iglesia y la burocracia sindical), comenzó a reptar oculto por las sombras de la noche (y los discursos grandilocuentes de los políticos de la burguesía), llegando hasta la mismísima  puerta de la papelienta casucha.

 

Allí, (seguro de contar con el armamento nuclear necesario para volar varias veces el planeta, y el apoyo incondicional de los militares criollos), lanzo su tremebunda amenaza.

 

“¡salís y entregas la cola, mas tus miserables pertenencias, a la causa de la libertad y el progreso, o me veré forzado a hacerte mierda junto con tu cuna de narco terroristas!”.

 

La respuesta de Huguito no fue menos increíble…

 

“¡ranger… te espero en el campito para romperte bien el culito!”

 

La acción no se hizo esperar.

 

El Lobo marco un extraño número en su teléfono celular y 3 segundos después seis helicópteros “Nigth Hawk” barrieron el rancho del cerdito con sus ametralladoras de 12 milímetros. Y por si esto fuera poco, un misil táctico, agua – tierra, impacto con precisión quirúrgica en la precaria letrina que había construido el Hugo, desparramando kilos de mierda por todo el prado.

 

La puta, con el pelo en llamas, huyo corriendo por entre el ramaje tupido del bosque cercano.

 

El Hugo intento huir, pero la “mano invisible” del mercado lo atrapo en cuanto dio apenas unos breves pasos.

 

El Lobo Feroz lo vejo sin ningún tipo de miramientos.

 

Primero lo obligo a arrancarse los dientes y a propinarle una extensísima mamada.

 

Luego, lo penetro reiteradamente por el culo, (sin siquiera escupirse un poco la chota).

 

Y por ultimo se lo comió, (haciéndole antes la ultima grosera y bochonorsa humillación, que fue ponerle una manzana en la boca).

 

Pero, como el capitalismo jamás queda saciado de toda la destrucción que impone, el Lobo Feroz, tras eructar ruidosamente varias veces, se dirigió raudo a la casa del otro cerdito, Fidel.

 

Continuara…

 

 

¿Les va gustando chicos? ¿Ta lindo, no?

 

Mientras esperamos la segunda parte, arrojemos al brasero, (sin que nadie, pero sin que nadie nos vea), esa fotito del “gran sabio y único líder de la revolución”, a ver si levanta un poquito la llama que nos estamos cagando de frió.

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